domingo, 26 de diciembre de 2010

¿Cuál es tu desafío para el 2011?



A medida que el músculo se ejercita con cierto peso o rutina, éste crece y se fortalece, pero también se acostumbra, y con el tiempo dicho peso o rutina deja de causar en el músculo el mismo efecto que causaba al principio. Para poder volver a impactar en el desarrollo del músculo es necesario incrementar el peso o cambiar la rutina; en otras palabras, elevar el nivel de dificultad o nivel del desafío. Sólo así se podrá hacer crecer más al músculo y desarrollar más fortaleza, así como resistencia.

Este principio se aplica asimismo al desarrollo del ser y a la búsqueda de los objetivos. Cada año que comienza nos adentra en una serie de desafíos propios de esa consecución de objetivos y metas (si los hubiera). El propósito de estos desafíos es poner a prueba nuestro compromiso, capacidad, fortaleza y resistencia. Sin desafíos, quiebres, problemas o como decidamos llamarlos, sería imposible alcanzar un desarrollo mayor en nuestro ser. Son ellos los que nos proveen de los medios para fortalecernos, así como el ejercicio físico provee el medio para el desarrollo del músculo.

Muchas veces tendemos a preguntarnos el porqué de los desafíos que enfrentamos: la pérdida de un ser querido, un divorcio, la pérdida del empleo, una grave enfermedad propia o de alguien a quien amamos. Pero la pregunta “por qué” siempre nos llevará a un callejón sin salida, ya que nunca tendremos una respuesta satisfactoria a ella. Sin embargo, la pregunta “para qué” nos da un panorama diferente. Nos pone otras fichas sobre la mesa. Es esta pregunta la que nos coloca en la senda del fortalecimiento. “¿Para qué ocurrió esto que ocurrió?”, “¿Qué puedo aprender de esta pérdida?”, “¿Qué lección importante saldrá de todo esto que está ocurriendo?”. Estas son preguntas que abren muchas puertas y nuevas posibilidades de crecimiento ante las circunstancias duras propias de las vidas de muchas personas.

Son estas las preguntas que se asemejan al ejercicio físico. Son ellas las que le dan un sentido y significado a la situación o desafío que estamos experimentando. Es cuando nos dejamos moldear por ellas y por su sentido que comienza el desarrollo espiritual y emocional que nos permitirá tener la fortaleza necesaria para seguir adelante en ese duro momento específico y la resistencia para poder sobrellevar similares situaciones en el futuro.

Tal vez uno de los atributos más importantes que se desarrollan durante los momentos difíciles es la sensibilidad. Los problemas, las enfermedades y las pérdidas son intervenciones de la vida o consecuencias de nuestras acciones que nos permiten ser más sensibles a las necesidades de otros, inclusive, si ellos no son cercanos a nosotros. Pero sufrir un desafío sin encontrar su propósito solo desemboca en las sombras de la desesperación, la frustración, la rabia y la tristeza, todas estas emociones necesarias en el ser humano y cada una tiene su luz y propósito, pero que llevadas a su extremo sombrío pueden hacernos caer en acciones que podrían causar daño a otros o a nosotros mismos, y este daño no sólo podría ser físico, sino también emocional (si pensamos en el hecho de que permanecer en la tristeza perennemente no es saludable, así como tampoco lo es permanecer en la rabia o en la desesperación). Una emoción que nos habite por mucho tiempo deja de ser una emoción para convertirse en un estado de ánimo y son los estados de ánimo los que activan el avance o detienen el progreso en la vida de un ser humano.

La sensibilidad que se descubre y aflora como resultado de vivir nuestros desafíos con la emocionalidad adecuada, es una forma poderosa de desarrollar un músculo emocional con la fuerza necesaria para influir en otros de manera pacífica y permanente. La sensibilidad que surge como resultado de estar viviendo una situación difícil es una manera única de conectarse con otros seres humanos desde la humildad, la paciencia, la perseverancia y la fe, todos estos atributos inspiradores de carácter.

La pequeña Hellen Keller y su institutriz Anne Sullivan
Cuando pensamos en personas que encontraron significado y fortaleza en su sufrimiento, nos vienen a la mente personas como Helen Keller, Viktor Frankl, o Mahatma Gandhi, quienes tornaron las dificultades en una poderosa fuente de fortaleza que les permitió inspirar a muchos. Tal vez nosotros no influiremos en las masas, pero con el sólo hecho de vivir nuestros desafíos con dignidad, sabiduría y entereza podremos forjar un carácter que será una luz para aquellos cercanos a nosotros.

Ese crecimiento emocional y espiritual sólo será posible cuando entramos en nuestros desafíos preparados para crecer, así como cuando entramos en el gimnasio preparados para el dolor muscular que resultará al día siguiente producto del ejercicio realizado y aún así tener la disciplina y la determinación para regresar al día siguiente a seguir ejercitando ese músculo adolorido. Cuando tenía 14 años comencé a levantar pesas y a practicar artes marciales y logré aprender un poco acerca del tema. Aprendí que los expertos en desarrollo muscular afirman que si el ejercicio no duele, no está pasando nada en el músculo (no pain, no gain). El dolor en músculo durante el ejercicio se produce por la ruptura de las fibras pequeñas del mismo. Esas rupturas en las fibras tienen que ser reparadas, así que el cuerpo para repararlas llena de sangre esos espacios que a su vez y con la ayuda de otros elementos y procesos químicos y físicos, se vuelve a llenar con más fibra muscular, causando un incremento en el tamaño y fuerza del músculo.

Por supuesto que es mucho más cómodo quedarse en casa sentado viendo la TV y comiendo una sabrosa merienda. Esa zona comfort es la que al romperse ocasiona cambios en nuestra vida. Muchas personas prefieren permanecer en esa zona toda su existencia y rehúsan enfrentar los cambios, por distintas razones: miedo, apariencia de tranquilidad, desconfianza o simplemente comodidad. Es sólo y solamente al salir de esa zona que ocurren los cambios importantes, que se pone a prueba nuestro músculo espiritual y emocional y que podemos empezar a ver el mundo a través de otros lentes. Muchas veces las personas buscan el cambio y concientemente entran en ese proceso de crecimiento, de alti-bajos, de desafíos e inclusive de sufrimiento, con el fin de superarse a sí mismos y de alcanzar otros niveles de desempeño, de logro. Pero la mayoría de las veces es la vida misma la que se encarga de ponernos en ese camino de cambios y es la forma como percibamos esa nueva realidad la que definirá cómo terminará todo.

La conciencia que tengamos hoy de la importancia de la presencia de desafíos en nuestra vida tiene gran peso en las acciones que emprendemos día a día y de la actitud con la que emprendemos esas acciones. Si hemos entendido que los desafíos de la vida solamente existen con el propósito de ayudarnos a crecer y hacer de nosotros mejores y más fuertes personas, entonces hemos ganado la mitad del juego sin siquiera haber empezado. Mas si percibimos los desafíos como huecos en los que nos hundimos y que nos arrebatan aquello que es valioso para nosotros y que solamente son para causarnos sufrimiento, difícilmente podremos movernos hacia el futuro con éxito y veremos todo lo que nos ocurre como una amenaza a una felicidad que nunca termina de llegar.

La fortaleza emocional y espiritual que se obtienen producto de nuestra perseverancia y paciencia al transitar el camino del dolor, la pérdida y el sufrimiento, se convierte en un tesoro invaluable de significado y sentido a lo largo de nuestra vida y nuestra capacidad para influir y tocar las vidas de otras personas se evidencia en nuestra propia forma de vivir. Permitir de manera sabia y conciente que ese “ejercicio” emocional y espiritual impacte nuestra vida, será de gran provecho para nosotros.

Aclaro la idea. No estoy proponiendo que nos pongamos a nosotros mismos en situaciones de sufrimiento de manera voluntaria y sin necesidad para experimentar. Mi intención al hablar del crecimiento del y fortalecimiento que podemos desarrollar a causa del sufrimiento en la vida, es poder brindar al lector una perspectiva de lo que es posible lograr cuando las dificultades nos obligan a elevar el nivel de juego. Es decir, desafíos nuevos, nivel de juego nuevo, crecimiento nuevo, fortaleza nueva, resultados nuevos.

Por eso pregunto: ¿Cuál es tu desafío para el 2011?

Existe un principio universal: Si continúas haciendo lo que hasta ahora has venido haciendo, seguirás obteniendo los mismos resultados que hasta ahora has obtenido. Además, esa es la definición de demencia: Hacer siempre lo mismo y esperar resultados distintos. Para poder obtener resultados diferentes, hay que cambiar las acciones que hoy realizas. Pero más importante que sólo cambiar las acciones que hoy realizas, es modificar el observador que eres y de donde surgen dichas acciones. Es hacer cambios en tus paradigmas, en tu forma de ver el mundo. Es modificar la manera como accedes a la realidad circundante. La pregunta es: ¿Cómo lo hago?

Existen dos canales que te conectan con la realidad. El primero tiene que ver con tus cinco sentidos. Accedes a la realidad a tu alrededor a través de las imágenes que entran en tu mente por del sentido de la vista. Accedes a través de los aromas que llegan a tu olfato, de los sonidos que entran a través de tu oído, de los sabores del gusto y de las formas, texturas y temperaturas que percibes a través del tacto. Toda esa información recopilada con los sentidos forman una imagen en tu mente de las cosas, personas, lugares, etc., que te rodean.

Segundo, accedes a la realidad a través de tus emociones. Lo que sientes acerca de lo que te ocurre. Y eso que sientes está conectado con la formación que tengas, con tu historia personal, con tu pasado, crianza, niñez, etc.

El tomar conciencia de estos canales de acceso puede representar para ti un gran descubrimiento y causar un impacto importante y de gran influencia en la forma como de ahora en delante de relacionarás con tu entorno. Este descubrimiento pudiera guiarte a ver qué decisiones has estado tomando que no te permiten alcanzar las metas que te has planteado. Recuerda que no decidir es también una decisión, y si tu decisión ha sido no decidir hacer lo necesario para logar cambios positivos en tu vida, entonces la forma como accedes a la realidad, a tu realidad, podría modificarse, si lo deseas. Si estás contento con la vida que llevas, es una decisión válida quedarse en esa zona comfort y no querer elevar el nivel de juego, y no hay que sentirse mal por ello.

Pero si por el contrario, sientes que tu vida hoy no es lo que quisieras, que han pasado 30, 40 ó 50 años de tu vida y no te sientes completamente o para nada satisfecho con lo que hasta ahora has logrado (y no me refiero solamente a dinero, sino a balance, equilibrio general en la vida), entonces tal vez desees considerar que es momento de dar atención a esa parte, de revisar la manera como has estado accediendo a la realidad (es decir, tus paradigmas, tu observador) de manera que puedas accionar distinto para obtener distinto. Es momento entonces, de elevar tu nivel de juego, de sentir dolor en el músculo, de crecer y fortalecerte. Es momento de ponerte metas más elevadas, de declarar nuevos valores y desechar los viejos valores que no te han servido de mucho. Es tiempo de fijarse un objetivo firme y de ir por él con determinación y disciplina, de buscarlo hasta obtenerlo.

Ese objetivo será tu desafío, y al tratar de alcanzarlo tendrás que entrar en el camino del fortalecimiento emocional y espiritual. Tendrás que enfrentar situaciones diferentes, para las cuales tal vez ni siquiera estabas preparado. Tendrás que aprender cosas nuevas. Tendrás que conocer personas nuevas. Tendrás que desarrollar talentos que ni siquiera sabías que tenías. En fin, tendrás que reinventarte, redimensionarte. Sólo y sólo así podrás empezar a obtener los resultados que hasta ahora no has obtenido y que tanto deseas.


Cada año que comienza es una página en blanco que entrega el universo para que en ella escribas otro capítulo de tu vida. A veces escribimos y al terminar la página simplemente la arrancamos, la arrugamos y la tiramos a la basura porque no nos gustó lo que salió, ignorando de esas experiencias también fueron valiosas para nosotros. El año 2011 es un año nuevo que ahora tienes en tus manos, con pocos o muchos recursos, pero que con determinación puedes convertir en un año diferente y cargado de cosas buenas, tanto para ti como para aquellas personas a quienes amas.

Deseo que entres a este año que comienza con mucho entusiasmo, con una buena actitud, y que aunque el 2010 no haya sido tu mejor año y el balance al final te haya arrojado más pérdida que ganancia, tengas la fortaleza de afrontar los desafíos propios que traiga el año, además de aquellos que decidas ponerte a ti mismo, para que puedas alcanzar un nuevo nivel de juego, y así un nuevo nivel de resultados. No importa si eres empleado, independiente, madre, ama de casa, líder religioso, empresario, alto ejecutivo, obrero o empleada doméstica. Cada uno conoce su nivel de juego actual y sabe lo que puede hacer para elevarlo… si lo desea con determinación y compromiso.

Muchas bendiciones para ti y los tuyos en este año que comienza. ¡Ánimo y buena actitud!

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