jueves, 12 de julio de 2012

Meanwhile in New York A NYC Taxi driver wrote:



Tomado del sitio en Facebook: Meanwhile In Canada
https://www.facebook.com/pages/Meanwhile-in-Canada/251089648271407


Meanwhile in New York
A NYC Taxi driver wrote:

I arrived at the address and honked the horn. After waiting a few minutes I honked again. Since this was going to be my last ride of my shift I thought about just driving away, but instead I put the car in park and walked up to the door and knocked.. 'Just a minute', answered a frail, elderly voice. I could hear something being dragged across the floor.

After a long pause, the door opened. A small woman in her 90's stood before me. She was wearing a print dress and a pillbox hat with a veil pinned on it, like somebody out of a 1940's movie.

By her side was a small nylon suitcase. The apartment looked as if no one had lived in it for years. All the furniture was covered with sheets.

There were no clocks on the walls, no knickknacks or utensils on the counters. In the corner was a cardboard
box filled with photos and glassware.

'Would you carry my bag out to the car?' she said. I took the suitcase to the cab, then returned to assist the woman.

She took my arm and we walked slowly toward the curb.

She kept thanking me for my kindness. 'It's nothing', I told her.. 'I just try to treat my passengers the way I would want my mother to be treated.'

'Oh, you're such a good boy, she said. When we got in the cab, she gave me an address and then asked, 'Could you drive
through downtown?'

'It's not the shortest way,' I answered quickly..

'Oh, I don't mind,' she said. 'I'm in no hurry. I'm on my way to a hospice.

I looked in the rear-view mirror. Her eyes were glistening. 'I don't have any family left,' she continued in a soft voice..'The doctor says I don't have very long.' I quietly reached over and shut off the meter.

'What route would you like me to take?' I asked.

For the next two hours, we drove through the city. She showed me the building where she had once worked as an elevator operator.

We drove through the neighborhood where she and her husband had lived when they were newlyweds She had me pull up in front of a furniture warehouse that had once been a ballroom where she had gone dancing as a girl.

Sometimes she'd ask me to slow in front of a particular building or corner and would sit staring into the darkness, saying nothing.

As the first hint of sun was creasing the horizon, she suddenly said, 'I'm tired.Let's go now'.
We drove in silence to the address she had given me. It was a low building, like a small convalescent home, with a driveway that passed under a portico.

Two orderlies came out to the cab as soon as we pulled up. They were solicitous and intent, watching her every move.
They must have been expecting her.

I opened the trunk and took the small suitcase to the door. The woman was already seated in a wheelchair.

'How much do I owe you?' She asked, reaching into her purse.

'Nothing,' I said

'You have to make a living,' she answered.

'There are other passengers,' I responded.

Almost without thinking, I bent and gave her a hug.She held onto me tightly.

'You gave an old woman a little moment of joy,' she said. 'Thank you.'

I squeezed her hand, and then walked into the dim morning light.. Behind me, a door shut.It was the sound of the closing of a life..

I didn't pick up any more passengers that shift. I drove aimlessly lost in thought. For the rest of that day,I could hardly talk.What if that woman had gotten an angry driver,or one who was impatient to end his shift? What if I had refused to take the run, or had honked once, then driven away?

On a quick review, I don't think that I have done anything more important in my life.

We're conditioned to think that our lives revolve around great moments, but great moments often catch us unaware-beautifully wrapped in what others may consider a small one.

Tomado del sitio en Facebook: Meanwhile In Canada
https://www.facebook.com/pages/Meanwhile-in-Canada/251089648271407
Recomiendo seguir en Facebook, inspiradoras historias. 

lunes, 9 de julio de 2012

¿Te gusta el Servicio o Ser Vicio?



Hablo en ambos sentidos: en el sentido de tu servicio a otros y en el sentido de recibir servicio, tanto en el ámbito de lo humano y lo moral, como en el ámbito de la atención al cliente, que por cierto, cuando el primero forma parte del carácter el segundo fluye naturalmente.

El mercado latinoamericano de hoy presenta ante aquellos con visión y voluntad un enorme espacio de crecimiento en lo que a servicio al cliente se refiere. Existe por un lado una deficiencia abrumadora y por el otro mucha mediocridad en cuanto a brindar un servicio de calidad. Pareciera que en el proceso de concebir una visión de un negocio se dejara por fuera de manera deliberada el concepto de un servicio de alta calidad al cliente.

Esto nos lleva a preguntarnos en dónde se origina esa fuerza o impulso de tratar como reyes a cada cliente que nos llega, sin importar cuán pequeña sea su solicitud; la voluntad involuntaria de esbozar una gran sonrisa y un contacto visual diciente a esa persona que está del otro lado del mostrador o escritorio, o una voz amable y agradable del otro lado del teléfono y de escuchar con mucha atención y con interés sincero los planteamientos de aquel por el cual existimos. Si una organización desea perpetuarse en el tiempo y hacerse relevante a la comunidad, gobierno, accionistas, clientes y empleados, debe por todos los medios, invertir en la mejora del servicio. 

Es aquí en donde la pregunta del título entra en reflexión y nos conduce a retrospecciones tales como ¿Tengo como parte de la estructura de mi carácter la tendencia a tratar bien a otros? ¿Cómo mi historia está incidiendo en mi manera de relacionarme con mis clientes? ¿Qué motivaciones tengo para crear a mi cliente una experiencia positiva memorable?

Cada persona hace lo que hace por una razón y en el ámbito del servicio, si su razón no es la correcta, el resultado es un desastre. La necesidad puede llevar a las personas a fingir y hasta mentir por un tiempo y es deber de quien contrata tener su sexto sentido agudizado durante las entrevistas para poder sentir, más que saber, quién es esa persona que está en frente. Un empleado con una mala actitud o poca visión de servicio puede hacer que la compañía se vea mal. O peor aún, que reciba mala publicidad. O más grave: que salga del mercado. Este tipo de empleados que a pesar de la capacitación no tienen la menor idea de cómo tratar a un cliente no deben estar en la organización. Estas personas son un vicio para la empresa y terminarán haciendo mucho daño. 

Usualmente, estos individuos tienen una historia de una vida un tanto accidentada, bajo rendimiento escolar, conflictos en sus relaciones, incluso hasta violencia. Para este tipo de personas la sociedad les debe algo y la forma de ellos cobrarle, en la mayoría de los casos, es mostrándole al mundo que ellos tienen el control cuando se entra en su pequeño universo. Sienten que brindar un buen servicio es un acto de sumisión y de inferioridad, y aunque dicen que les gusta, en el fondo lo detestan, pero el hambre puede más. Estos sujetos no son seres dados a colaborar en casa. Llegan a casa a ver la TV o a jugar videojuegos. No les gusta la lectura de buenos libros. No se ocupan de observarse, reflexionar y tomar las acciones para la mejora. Para ellos la empresa y sus clientes no entran en su lista de prioridades. 

Por otro lado, aquellos que entregan su alma a la organización tienen una historia diferente. Diferente en la forma como la han digerido, y no necesariamente en las circunstancias que crearon la historia en sí, pues dos personas que viven en la misma familia con las mismas experiencias pueden tener dos enfoques completamente distintos de lo que les acontece y a esto es precisamente a lo que me refiero: carácter. Por encima de lo que diga el resumen curricular hay que prestar atención a la energía, a la mirada, a la fuerza innata del interesado. Puede ser alguien con o sin experiencia, pero si en su interior arde la llama del servicio, esa persona será un activo importante en la organización. 


Todos los clientes, tanto internos como externos, desean ser bien tratados; desean algo de valor agregado. Bendita aquella empresa que tenga en sus filas a alguien con la iniciativa y liderazgo suficientes para tocar los corazones de esos clientes y dejar una huella positiva perdurable en ellos. Es deber de las empresas asegurarse de desarrollar programas de formación y de auditoría de servicio, así como de buscar obtener calificación ISO 9000. Igualmente, si los líderes corporativos han buscado por todos los medios ayudar y formar a estas personas con deficiencias en el trato, tanto con sus co-trabajadores, como con los clientes de la compañía, no les debe temblar el pulso para tomar la decisión de dejar que las consecuencias sigan su curso en la vida de esa persona. Tal vez no es el espacio adecuado para él o ella y hay que darle la libertad que necesita para encuentre aquello que le guste y le apasione. 

Mientras tanto, seamos los mejores, elevemos la visión, busquemos a los mejores para formar equipos de trabajo, entreguemos el alma. Sólo así podremos dejar una huella imborrable en aquellos que de una u otra manera se relacionan con nuestra organización.