lunes, 27 de agosto de 2012

El Desafío del “Día Perfecto”


Por Brenda Bloxham Hunt, Ensign agosto de 1988, p. 62

EL DÍA PERFECTO
"¿A cuántos de ustedes les gustaría tener un 'día perfecto'? preguntó el obispo. Los miembros de la congregación levantaron sus manos (algunos muy arriba, otros no tanto). Algunos levantaron solamente un dedo. Algunos dejaron las manos en sus regazos. 

"Está bien", dijo asintiendo con la cabeza. "Larry, ¿te gustaría tener un 'día perfecto'? ¿Podrías venir un momento? ¿Gene y LaRae? ¿DeeAnn? ¿Sean? ¿Tess y John? ¿Lynn y Mike?

Los llamó por sus nombres lentamente, haciendo una pausa breve entre cada uno. Muchas manos cayeron en los regazos de quien las había levantado previamente; sólo unas cuantas permanecieron en alto. 

"¿Hay alguna viuda a la que le gustaría tener un 'día perfecto'?, preguntó el obispo. Hubo un momento de silencio mientras recorría con la mirada a la congregación. "Vivian, ¿qué tal tú?"

En cuanto aquellos cuyos nombres él había pronunciado llegaron al estrado, él se volteó hacia ellos. "¿Qué día les gustaría que fuera su día perfecto? ¿Martes? ¿Jueves?

La incredulidad y desconcierto en sus rostros evidenció que ninguno de ellos esperaba hacer un compromiso real. Algunos asintieron con la cabeza. Otros quedaron inmóviles. Después de varios segundos, alguien sugirió que el jueves lo haría porque así tendría más tiempo para prepararse. De manera que se eligió el jueves.

Con un brillo en sus ojos, el obispo dijo: "Está bien. Entonces el jueves será su 'día perfecto'. Y dado que no tenemos aún discursantes asignados para la sacramental del próximo domingo, nos gustaría que ustedes nos reportaran su 'día perfecto'"

Se volvió a la congregación. ¿Hay alguien más a quien le gustaría tener un 'día perfecto'? James, un miembro del quórum de maestros de cara pecosa y sonrisa ganadora levantó su mano. Fue incluido. 

El obispo dijo a la congregación: "Su responsabilidad como miembros del barrio es orar para que ellos puedan cumplir con su asignación."

¿CÓMO PUEDE UNO VIVIR PARA HACER UN DÍA PERFECTO? 
Esa pregunta pasó por las mentes de aquellos que habían aceptado el desafío del obispo. A lo largo de la semana, cada vez que los miembros del barrio se juntaban, el tema del desafío del 'día perfecto' del obispo salía a relucir. Estábamos ansiosos de escuchar los reportes. 

El domingo finalmente llegó. Vivian, una viuda de cabello castaño corto y ojos brillantes, fue la primera. Nos contó que había decidido comenzar el jornada asistiendo al templo y luego poniéndose al día con algunos proyectos que había estado planeando hacer por mucho tiempo. 

Pero su día no salió exactamente como lo había planeado. Despertó con un terrible resfriado (era la primera vez en más de tres años que se enfermaba). Así que tuvo que revisar sus planes. 

Decidió sacar una caja de papeles y recuerdos que pertenecían a su madre y pasó un par de horas armando un libro de recuerdos acerca de la vida de su madre. Vivian le pidió a su hermana que la ayudara, así que trabajaron juntas reconstruyendo la historia de la vida de su madre en imágenes y palabras. Ello les tomó la mayor parte del día, pero el resultado final se convirtió un precioso libro de recuerdos.

Vivian encontró que las actividades de ese día abrieron una nueva avenida para ella. Su bendición patriarcal le decía que ella trabajaría en la historia familiar. "Dado que no entendía la historia familiar, simplemente no podía sentir interés en ella", confesó. "Pero luego de hacer el libro de mi madre, decidí hacer uno acerca de mi esposo".

Desde entonces ella ha compilado historias acerca de su esposo, su hijo y su hija. "Al limpiar todas las cajas de tesoros y recuerdos que había estado guardando por años, he encontrado suficiente información para hacer la obra del templo por muchos de mis ancestros", dijo. "Puedo ver que mi obra apenas comienza, y estoy feliz de poder hacerlo."

La meta de James para el día fue muy diferente. Planificó ser obediente a sus padres (a inmediata y alegremente hacer lo que ellos le pidieran). "Pareciera que tu mamá siempre quiere que tu hagas algo cuando están pasando tu programa favorito en la tele o cuando estás en la parte más emocionante de tu libro", dijo. "Algunas veces paraba y me decía a mí mismo que lo hiciera en ese momento. Al final del día, pude hacerlo tan pronto ella me lo pedía. Eso me dejó un buen sentimiento", concluyó James. 

Sean, un jovencito de quince años de edad con un encantador sentido del humor, también se tomó el desafío del obispo muy seriamente. Aunque el estudio de las Escrituras no formaba parte de su rutina diaria, decidió comenzar el día leyéndolas. "No sé por qué fue tan importante para mí leer las Escrituras ese día, pero lo fue", explicó. "Me desperté varias veces la noche del miércoles pensando que me había quedado dormido. Finalmente, cuando sonó mi despertador a las seis en punto, tomé mis Escrituras". 

Sean leyó por unos 45 minutos. "Leer las Escrituras parecía ponerle el tono al resto del día", dijo. "No siempre es fácil llevársela bien con los compañeros del colegio, maestros y con la familia, y mi 'día perfecto' no era diferente a los otros días. Cometí errores, pero me fue mucho mejor que la mayoría de mis días". 

"También me ayudó a estar mucho más consiente de mis bendiciones, de las cosas que debería estar haciendo y de mis errores", añadió. "A menudo durante el día me preguntaba qué podría yo hacer para ser mejor".

¿CÓMO PUEDO SER MEJOR?
Esa pregunta: "¿Qué puedo hacer para ser mejor?" se la formularon todos aquellos que habían aceptado el desafío del obispo. Muchos encontraron la respuesta en el servicio a otros. John y Tess disfrutaron tanto el esfuerzo extra que pusieron en el servicio ese día que decidieron continuar haciéndolo.

"Tan pronto como recibimos la asignación del obispo, llegamos a casa y conversamos al respecto", recordó John. "Planificamos. Oramos, Y luego planificamos y oramos otro poco más". 

"Sabía que para el jueves habría tenido suficiente tiempo para prepararme", dijo Tess. "Quería vivir lo mejor posible". 

Ella y John pasaron el día visitando a los vecinos, llevando frutas u obsequios a aquellos que estaban enfermos y expresando gratitud a las personas que los habían ayudado. "Hay tanta gente sola que lo único que desean es conversar con alguien", dijo John. "Fue maravilloso ver cuán abiertos estaban a nosotros. Una hermana nos preguntó si los sumos sacerdotes podrían traerle la Santa Cena a casa de vez en cuando dado que ella no podía asistir a las reuniones. Así que transmití su inquietud al obispo". 

"La mayoría de los días pensamos acerca de lo que deberíamos hacer, pero simplemente no hacemos el esfuerzo", dijo Tess. "Pero cuando finalmente accionas, te invade un gran sentimiento". 

Gene encontró que intentar vivir un "día perfecto" era un gran desafío. "En la escala de uno a diez, tasaría mi 'día perfecto' en seis", indicó. "Aunque no tuve exactamente el tipo de arcilla que me hubiera gustado tener, tuvo un impacto en mi vida. Nunca llegué a pensar en tratar de vivir un 'día perfecto' antes". 

LaRae, esposa de Gene, experimentó una mejora en su relación como resultado de se "día perfecto". "Al tratar de mantener mi día perfecto", dijo, "me di cuenta de algunos hábitos que había adquirido. Por ejemplo, me molestaba rápidamente con Gene por cosas tontas e insignificantes. Ahora estoy trabajando para corregirlo".

En su "día perfecto", DeeAnn llamó a sus dos hermanos y a su hermana y les dijo que los amaba. "Sabía que si iba a intentar vivir un 'día perfecto', necesitaba evaluar mi propia vida", indicó. "Al hacerlo, mi gratitud por las bendiciones creció y creció y me di cuenta de cuán agradecida estaba por mi familia". 

Uno de sus hermanos se sorprendió por la llamada. "Él simplemente no lo podía creer", dijo. "¡No dejaba de preguntarme qué estaba pasando!" Las llamadas fortalecieron la relación entre DeeAnn y su familia. "Desde entonces, mi hermano me ha llamado un par de veces para asegurarse de que todo anda bien. ¡Él nunca había hecho eso en todos los años que llevo lejos de casa!"

Mike y Lynn, un joven matrimonio con dos niños pequeños, quería hacer de su "día perfecto" algo especial para toda la familia. Pasaron parte del día en un parque cercano, aprendiendo acerca de cada uno y acerca de su Padre Celestial. Toda la familia hizo un esfuerzo extra por llevársela bien entre ellos. "No se puede tener un 'día perfecto' y no mejorar tu vida familiar", dijo Mike. "¡Fue maravilloso!"

Lynn compartió una experiencia que tuvo temprano esa mañana. "Estaba batiendo las panquecas un tanto enérgicamente, creo, porque repentinamente la mezcla salpicó por todas partes (la mesa, el piso, a mí)", dijo. "Baje la mirada hacia mi hijo y su carita tenía docenas de salpicaduras de la mezcla de las panquecas. Cualquier otro día", admitió, "me hubiera irritado mucho. Pero en lugar de eso, nos reímos y compartimos un momento divertido". 

La relación de esa pareja con sus familiares aparte de sus hijos, mejoró también ese día. Apenas después del desayuno, la mamá de Lynn llamó para pedirle a Lynn que llevara a su hermana al trabajo. "Abrigué a los niños y manejé hasta la casa de mi mamá", dijo Lynn. "Para la hora en que llegué a casa de mamá, ya mi hermana había encontrado a alguien más que la llevara". Pero debido al desafío del obispo de hacer su día perfecto, dijo Lynn, "Pude aceptar la situación en lugar de enojarme". 

AVANZAR HACIA EL DÍA PERFECTO A PESAR DE LAS DIFICULTADES
Reconocer las fallas y dar los pasos para superarlas fue algo que experimentó cada uno de aquellos que aceptaron el desafío del obispo. Larry, que había participado en una campaña por una "semana perfecta" y un experimento de un "día perfecto" durante su misión, dijo: "Como muchos misioneros retornados, había aflojado en mis hábitos de estudio. Siempre parecía haber demasiadas cosas que hacer. Así que cuando recibí la asignación del obispo, decidí que necesitaba recuperar esa cercanía al Señor que había experimentado durante mi misión". 

Las cosas no salieron tal cual Larry las había planificado. Un fuerte dolor de muela arruinó su "día perfecto". "Aún así", dijo, "no siento que mi día haya sido un fracaso. Traté fuertemente de vivir perfectamente, a pesar de mis circunstancias".

Luego de escuchar los reportes de aquellos que habían aceptado el desafío del obispo del "día perfecto", le pregunté al respecto. 

"Siempre había pensado en vivir un 'día perfecto'", dijo. "Pero tenemos tantas influencias y presiones externas en un día normal que rara vez nos enfocamos en lo espiritual e ideal. Y a menudo hablamos acerca de lo imposible que es vivir un 'día perfecto' o una vida perfecta. Pero tenía una fuerte sensación de que era el momento para que los miembros lo intentaran". 

Añadió que "muchos de nosotros en el barrio, no sólo aquellos que se habían comprometido al desafío, trataron de vivir su 'día perfecto'. Todos estábamos interesados en el resultado y oramos por aquellos que habían aceptado el desafío. Como resultado, nos hicimos más consientes de los retos involucrados en el proceso de perfeccionarnos a nosotros mismos y nos esforzamos con más ahínco para poder vivir dignos de la compañía del Espíritu del Señor". 

Aunque el desafío del obispo del "día perfecto" no causó giros inmediatos en nuestras vidas, nos ayudó en nuestra jornada hacia la perfección. Algo que todos esperamos alcanzar.


No hay comentarios:

Publicar un comentario